21 de marzo de 2017

Pon un arqueólogo en tu empresa

En esta sociedad tan interconectada, en la que cada vez es más necesario acudir a diversas disciplinas para comprender los fenómenos de todo género que estamos viviendo, vamos a echar un vistazo a una nueva reflexión sobre nuestra sociedad que puede ser perfectamente aplicable a lo que ocurre en el seno de una organización: 

Contra las elecciones: Cómo salvar la democracia, de David van Reybrouck, es  una reflexión novedosa, arriesgada y profunda que pone en duda la utilidad de las elecciones para asegurar la democracia.  Te dejo aquí una entrevista en Público (de ) y  otra en El País, (de Berna González Harbour), y te resultará muy fácil encontrar más información en las redes.

En esencia, plantea que el funcionamiento de un sistema democrático heredado del siglo XVIII no puede funcionar correctamente en el XXI.  En aquellos tiempos la información y la educación eran lentas, mientras que  ahora nos encontramos inmersos en un nuevo sistema democrático en el que -entre otras cosas - las redes sociales han ayudado a que información y educación sean rápidas, fáciles de conseguir y al alcance de casi toda la población.

En estas condiciones, los ciudadanos tienen acceso no solo a informarse y ponerse al día, sino a participar con su opinión en diferentes foros y a través de diferentes medios, independientemente del momento o lugar en que se encuentren.

van Reybrouck no solo está en contra del sistema de elecciones;  le molestan también los referendos porque considera que acostumbran a favorecer una votación emocional, y lo que hay que hacer es preguntar a la gente después de haberles dado tiempo y herramientas para pensar.

Atapuerca
Me gusta su postura.  Y me gusta que un arqueólogo haga este tipo de  reflexiones, porque  los arqueólogos están acostumbrados a trabajar con materiales milenarios, y por lo general eso les da una perspectiva temporal mucho más dilatada que la del resto de los profesionales.  Así que podemos pensar que este fenómeno lo está contemplando en toda su extensión, viendo cómo se ha ido desarrollando a lo largo de los años.

(Parece ser que no se ha desarrollado en absoluto y que estamos ante el típico fenómeno "más de lo mismo" que tanto  nos gusta a los humanos).

Por otro lado, todos hemos visto que cada vez es más frecuente que una organización solicite los servicios de profesionales de las más diversas disciplinas;  ya no es suficiente contar con los conocimientos de economistas, ingenieros, informáticos y otros que tradicionalmente trabajan para una organización.

Ante el incremento de la complejidad  en muchos de los ámbitos de nuestra sociedad, se hace preciso el concurso de conocimientos provenientes de la filosofía, la arquitectura, la neurología, la biología, la sociología, la pedagogía,la física, etc., etc., para abordar proyectos mediante equipos multidisciplinares que sean capaces de conseguir una visión expandida y llena de matices.  Hasta ahora parece ser la mejor forma de abarcar la realidad a gestionar.

Imagino que un arqueólogo que hable de democracia y de elecciones podría aportar una mirada distinta al modelo de comunicación implantado en una organización. De hecho existen multitud de organizaciones que se presentan diciendo que para ellas es capital mantener una comunicación óptima con todos sus partícipes, y utilizan para explicarlo términos como transparencia, respeto, escucha activa, diálogo...

No las estoy criticando.  De hecho, me parece muy bien que hagan eso, y ojalá cundiera el ejemplo de esas organizaciones que realmente lo hacen.

Con el apoyo de un arqueólogo como quien nos ocupa creo que se podría dar un paso más:  ya no se  trataría entonces de mejorar los canales o el estilo de la comunicación establecida entre la organización y sus partícipes:  más bien convendría replanteársela desde otro ángulo, haciendo un paralelismo con las votaciones en democracia.

Ahora, al igual que en la sociedad, los partícipes de una organización acceden al conocimiento y la educación de forma rápida y sencilla y están capacitados para hablar con la organización en pie de igualdad, por lo que los viejos planteamientos flaquearán cada vez con más frecuencia.

¿De verdad pueden seguir funcionando herramientas - al estilo de  las votaciones cada cuatro años - como una encuesta de clima, un focus group, una entrevista periódica, un ... en las que la organización diseña, implementa, recoge los datos, los interpreta y decide qué hacer?
    

Con las excepciones que queramos, las organizaciones están planteando la comunicación favoreciendo una votación emocional, puesto que raramente los votantes disponen de toda la información relevante y del tiempo necesario para analizarla y poder formarse criterio.

Para superar esa dificultad hay ya algunas organizaciones que están diseñando nuevas formas de hacer.  Buffer, por ejemplo, tiene un novedoso modelo de gestión basado en la confianza entre equipo, usuarios y clientes.  Buen comienzo.  Esperemos que esta y otras organizaciones con visión de futuro consulten con especialistas de diversas disciplinas para ir dibujando entre todos nuevas organizaciones más acordes con la sociedad del siglo XXI.


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